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SIRESA

Los ejércitos musulmanes llegan a Huesca y continúan hacia el Pirineo.

Los fugitivos visigodos custodios del Grial abandonan el monte Oturia, amenazado por el avance musulmán, y toman el camino más seguro hacia el Norte, el más escabroso, hacia las montañas más altas.

Ya existían en la zona pirenaica algunos monasterios, como el de San Pedro de Siresa, en la comarca de Jaca.

Los monjes acogieron a los cristianos fugitivos.

Siresa se encuentra en el valle de Hecho, antesala de la Selva de Oza.

El monasterio se levanta a la entrada del bosque, al pie de la calzada romana que sería el primer tramo del primitivo Camino de Santiago y ancestral paso de mercaderes y contrabandistas en el corazón de la cordillera pirenaica.

La vía romana de Zaragoza a Francia cruzaba el río Aragón y se remontaba hacia Hecho y Siresa para atravesar los Pirineos por el boscoso puerto.

Allí, en la entrada de la Selva de Oza, donde tuvieron lugar batallas míticas, Aznar Galíndez edificó su monasterio sobre los restos de un cenobio anterior.

Entre sombrías montañas, a la entrada del misterioso paso, a la entrada de la Boca del Infierno.

Siresa tuvo su momento de esplendor en el siglo IX.

Allí estuvo el Cáliz durante cien años.

Guardado en un hueco abierto en la piedra junto al altar, que aún es apreciable.

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