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SAN JUAN DE LA PEÑA

En 1082, durante el reinado de Sancho Ramírez, el Grial fue llevado a San Juan de la Peña:

El obispo de Jaca se retiró al monasterio, donde había sido monje antes de ser prelado, y se llevó consigo el Grial, que se hallaba en la catedral de Jaca.

San Juan era hasta entonces un monasterio oculto en el interior de la cueva.

Ahora, para alojar adecuadamente la Copa, se emprendió la construcción de un nuevo edificio, sobre el primitivo santuario rupestre.

La nueva iglesia se consagró el 4 de diciembre de 1094, reinando ya Pedro I.

Y en ella los monjes cluniacenses custodiaron el Cáliz bajo la protección de los monarcas.

 

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Antes de iniciar sus campañas, todos los reyes de Aragón rezaban en San Juan y recibían la bendición del abad ante la congregación reunida.

Junto a los reyes, acudían también a encomendarse, antes de la batalla, todos sus caballeros.

Así se originó el ceremonial de la Orden, así se generó una Orden de Caballería vinculada al monasterio, la Caballería de San Juan, cuyos miembros eran enterrados entre sus muros, en el Panteón de Nobles.

Peregrinos y cruzados, en ese tiempo de epopeya, llevaron consigo la noticia de la presencia del Grial allí, en el Pirineo español, entre abruptas montañas, guardado por monjes y soldados: Los Caballeros del Grial.

Es durante la larga estancia del Cáliz en San Juan de la Peña (de 1082 a 1399) cuando surgen las narraciones en torno al Grial.

Historias escritas sobre las leyendas transmitidas por viajeros y juglares que transitaron por la gran vía de difusión cultural que fue el Camino de Santiago.

 

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Según algunos estudiosos, numerosos datos conducen a identificar el escenario de las leyendas del Grial con San Juan de la Peña:

El Montsalvat (Monte Salvado) de la leyenda está en un lugar inaccesible.

Y San Juan de la Peña se halla próximo al bosque de Salvatierra, en lo más recóndito del Pirineo.

La Jacetania era llamada por los musulmanes “País del Templo”.

Y el rey Sancho Ramírez fue el constructor del Templo del Grial.

Montsalvat fue edificado y sostenido por una dinastía de reyes.

Y San Juan fue el santuario y mausoleo de los primeros monarcas de Aragón.

En Montsalvat existía una orden de caballeros religiosos que guardaba el Grial.

Y en el monasterio de San Juan de la Peña tuvieron su sede los caballeros de San Juan.

En el siglo XIX, Richard Wagner recreará el mundo griálico en “Lohengrin” y en “Parsifal”.

Y ahí, en las óperas de Wagner, está todo: Los Reyes de Aragón, San Juan de la Peña, el Grial...

 

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En 1157, tras la muerte de Ramiro el Monje sin descendencia masculina, le sucedió su hija Petronila, casada con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona.

Comenzó entonces el languidecimiento de San Juan.

Ramón Berenguer, gobernante a título de Príncipe, no estimó el monasterio como lo habían hecho sus predecesores, no se cuidó de él, no respetó la memoria del Reino y de sus Reyes, rompió las tradiciones de San Juan de la Peña.

Olvidó el Grial...

Sólo en 1213 Jaime I el Conquistador vuelve a aparecer como un “Rey del Grial”, de educación templaria, con una espada “milagrosa”.

Pasará aún muchos años el Cáliz en San Juan...

En 1399 el rey Martín el Humano comunicó al monasterio su deseo de poseer el Cáliz.

Mediante escritura pública, los monjes accedieron a la petición del monarca y el Cáliz fue llevado al palacio de la Aljafería, la residencia real, en Zaragoza.

Terminaba así la estancia del Grial en el templo pirenaico.

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