EL SANTO GRIAL DE VALENCIA
GUERRA CIVIL. CARLET
Desde que el Archivero abandonase la casa de los Suey, Sabina había quedado como principal protectora del Cáliz.
El 20 de junio de 1937 Sabina y su hermana María Milagro llevaron la Copa a Carlet, su pueblo natal.
El Santo Cáliz iba envuelto en algodón y dentro de una caja de zinc.
En Carlet lo escondieron en la casa de la bisabuela, en la que vivían unos parientes, Bernardo Primo y su esposa Lidia Navasquillo.
Al igual que en la cocina de la calle Avellanas, también aquí Bernardo ocultó el Vaso en una hornacina en un muro.
Cuenta D. Elías que, en julio de 1937, un amigo suyo, D. Francisco Bosch y Navarro, Notario de Valencia, con la intención de poner a salvo tanto al Archivero como el Cáliz, consiguió contratar un hidroavión en el que salir de la capital.
El día acordado, el aparato llegó a la playa de la Malvarrosa, a una milla de la orilla, pero se desencadenó tal borrasca que no le fue posible amarar ni pudo permanecer el tiempo suficiente para aguardar la llegada del Archivero, con lo cual se frustró la operación.
En el mes de agosto, otro amigo del señor Olmos, D. Salvador Simó Fort, que visitaba mensualmente al Archivero en su refugio, comentó a éste que alguien desde Amsterdam le ofrecía pasaporte para Francia y luego el cincuenta por ciento del importe de la venta del Santo Cáliz, si a ello accedía, barajándose la cantidad de siete millones de pesetas oro.
Don Elías rechazó la proposición, y Salvador Simó comunicó a sus interlocutores que el Archivero no se encontraba en Valencia y que no había podido localizarlo.
Unos meses después, un periódico de San Sebastián publicó que el Cáliz estaba guardado en un campo de la huerta levantina, y a raíz de esa noticia Salvador Simó recibió nuevas propuestas para que reanudase sus gestiones para la compra del Cáliz, con el mismo resultado que la vez anterior.
En el hueco del muro de la casa de Carlet pasó el Cáliz casi dos años...