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OTROS CÁLICES

En el año 2014 en la ciudad de León se planteó la posibilidad de que el llamado “Cáliz de Doña Urraca” fuera el Santo Cáliz de la Última Cena.

 

A continuación se recogen, algo extractados, unos cuantos artículos que se han publicado al respecto en algunos diarios de León:

DIARIODELEÓN.ES

24 de junio de 2015

Ana Gaitero

El Grial derrama polémica

 

El historiador francés Patrick Henriet cuestiona la autenticidad de los pergaminos árabes que sustentan la teoría de que el cáliz de Doña Urraca es el Grial y acusa a Margarita Torres y José Miguel Ortega de «borrar la línea roja» entre ciencia y novela .

 

El exitoso libro Los Reyes del Grial, de Margarita Torres y José Miguel Ortega, es atacado por el medievalista francés Patrick Henriet en un artículo que publica este mes en la revista L’Histoire.

 

Bajo el título “Le Graal est à León!” Henriet, director de Estudios en l’École Pratique des Hautes Études en París, lanza la acusación de «cómo historiadores muy serios han inventado una reliquia en la España del siglo XXI». Tras reconocer el éxito editorial, el libro «abracadabrante» va por la quinta edición, y turístico para la ciudad, de 135.000 habitantes, el historiador entra en materia de forma muy crítica.

 

Henriet cuestiona el papel que juegan los dos pergaminos árabes datados en el siglo XIV que, según el libro, explican, uno, «cómo, en 1055, la copa habría llegado desde Jerusalén hasta la taifa de Denia, por orden del soberano fatimí» quien posteriromente lo ofreció a Fernando I. «Todos los protagonistas de esta historia sabían que se trataba de la copa de la Última Cena y la veneraban especialmente pues su reputación la hacía acreedora de grandes poderes», apunta.

 

El segundo pergamino cuenta que «Saladino en persona (¡!) relata que un trocito del Grial se había desprendido antes de su viaje a Denia. Este fragmento, dotado de poderes milagrosos, habría permitido curar a su hija», añade.

 

«Todo el asunto ha sido pensado por nuestros dos autores y falta efectivamente una esquirla en el cáliz leonés. Corresponderá a los arabistas (decir) en qué momento se produce el fraude: ¿Cuándo fueron realmente copiados estos pergaminos? ¿Por qué se han encontrado ‘juntos’?».

 

Patrick Henriet escribe a continuación que ambos textos «son recogidos por los autores de forma maliciosa junto con referencias auténticas», para tachar toda su teoría de «erudición de bazar» que «con habilidad» pretende «dar apariencia de veracidad a un inverosímil montaje no exento de seducción».

 

«Cualquier persona mínimamenmte sensata se preguntará por qué ningún documento leonés, regio o eclesiástico, medieval o moderno, haga alusión alguna a la presencia del Grial en León». Pero «Margarita Torres Sevilla y José Miguel Ortega del Río tienen respuesta a esta objeción: Fernando I y su entorno, temiendo el robo de tal tesoro, lo habrían mantenido en secreto para no llamar la atención. ¡Solucionado!». Sin embargo, el mismo monarca dio gran publicidad a la llegada a León de las reliquias de San Isidoro: Cuando Fernando I se hizo con las prestigiosas reliquias de San Isidoro de Sevilla en 1063, las recibió con gran pompa, junto con su esposa y sus hijos, sus magnates, sus clérigos y toda la población de León.

 

«La erudición desplegada por los autores muestra rápidamente sus limitaciones», apostilla para desvelar un error de bulto de Los Reyes del Grial que no se ha corregido hasta la edición inglesa: Cuando reproducen una imagen que muestra a Perceval orando ante el Grial, custodiado por tres ángeles, el pie de la imagen señala que se trata de una “miniatura iluminada medieval”. ¿Cuál? Imposible saberlo, por la simple razón de que, en realidad, se trata de un tapiz pre-rafaelita realizado por el taller de William Morris y expuesto por primera vez en Londres en 1893! La edición inglesa, que toma la imagen en su cubierta, ha rectificado el pie que, al parecer, no había molestado a los autores en un primer momento.

 

Henriet critica que el mito del Grial se presenta en el libro patrocinado por la Fundación Monteleón «como eterno, es decir, tan antiguo como los acontecimientos a los que se refiere (la Pasión de Cristo)», cuando en realidad sus orígenes «se remontan al final del siglo XII y a los romances franceses denominados “del Grial”» aunque haya menciones a la copa de la Última Cena a partir del siglo V o del VI (la guía para uso de peregrinos denominada “Brevarius A”)».

 

Lo sorprendente del hallazgo del Grial en León, concluye, «es que venga de la mano de una profesora de la Universidad, autora, por otra parte, de trabajos estimables. Y es aquí donde reside la gran originalidad de este “descubrimiento”, más que en la pretension de poseer una reliquia célebre».

 

Pero «escribir un libro académico provisto de 15 páginas de bibliografía (en la que «hubiera preferido no aparecer») y con más de 350 notas pseudo-eruditas «no trae más consecuencia que la de borrar la línea roja que separa el trabajo científico del que hace el novelista. «El “oficio de historiador”, tan querido para Marc Bloch, queda ridiculizado», remarca. Se puede uno reír, concluye Henriet, pero hay que hablar claramente.

 

Preguntado por este periódico, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Ayala, se ha mostrado de acuerdo con el artículo de Henriet. «Convertir en historia una leyenda es una opción no sólo imposible, sino vedada para los historiadores», asegura.

 

Subraya que la leyenda del Santo Grial nace a finales del siglo XII en medios literarios y añade que «los supuestos documentos árabes» contienen una «detallada información más que sospechosa y, desde luego, inadecuada al momento cronológico que se les atribuye».

 

«Patrick Henriet es un muy destacado especialista en temas de hagiografía, lo que incluye el estudio de las vidas de santos, leyendas, mitos etc... Y estoy plenamente de acuerdo con todas sus observaciones», indica Carlos Estepa, medievalista investigador del CSIC.

 

El profesorado de la ULE consultado no ha respondido.

 

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LEÓNOTICIAS.COM

7 de Diciembre de 2014

Miguel Ángel Nepomuceno

"No hay pruebas de carácter histórico en el cáliz de Doña Urraca"

 

Carlos Javier Taranilla de la Varga presenta Breve historia de las reliquias leonesas y cuestiona la investigación sobre el cáliz de Doña Urraca

 

Aunque se licenció en Historia del Arte en Oviedo, Carlos Javier Taranilla de la Varga (León, 1956) ha ejercido la docencia en esta ciudad, donde ha trabajado en el mundo editorial desde hace más de 25 años. Autor prolífico, [...] ha publicado recientemente Breve historia de las reliquias leonesas y sus relicarios, donde a través de los textos de antiguos cronistas que visitaron nuestras tierras, así como de investigadores actuales, Taranilla recoge los principales restos de carácter sacro de nuestra provincia y analiza sus continentes: los relicarios, además de estudiar a fondo, con nuevos datos históricos, el Cáliz de Doña Urraca.

 

[...]

 

- En el trabajo sobre las reliquias leonesas que acabamos de sacar a la luz, hacemos por primera vez un recorrido por los restos sacros de la ciudad y provincia (aceptando que puede haberse dado alguna omisión de pequeña importancia, a la que estamos atentos para incluirla en posteriores reediciones) y, lo fundamental, ponemos en su sitio el tema del cáliz de Doña Urraca, que una investigación poco rigurosa ha identificado, sin ninguna prueba de carácter histórico sino a través de textos dados a la fabulación, con el mal llamado Santo Grial.

[...]

Trabajé movido por el deseo de poner las cosas en su sitio, a la luz de los datos históricos, frente a las atribuciones que se realizan sin ningún rigor documental.

[...]

Desde el punto de vista histórico, respecto al cáliz de Doña Urraca, no existe ningún testimonio que pueda emparentarlo con ningún objeto sagrado, ya que, como recojo en el libro, la Crónica Silense, que textualmente narra “los acontecimientos importantes de los reyes”, no lo menciona ni a la hora de la muerte del rey, quien, postrado los dos últimos días de su vida ante todo lo sagrado en la iglesia de San Isidoro, haciendo penitencia y pidiendo perdón por sus pecados, no cita ni pide ni reza ante el supuesto sagrado Cáliz. Únicamente existen los textos árabes del siglo XIV que narran la entrega de un cuenco al rey Fernando I tres centurias antes, habiéndolo querido relacionar los profesores Torres y Ortega, en su libro Los reyes del grial, con la Copa de Cristo. Pero dichos textos, en palabras de su traductor, el doctor Turienzo, tal como recogió Leonoticias en abril y octubre pasado, carecen de datación carbónica y por tanto del rigor científico preciso para realizar una atribución documentada, además de la sombra de fabulación que pesa sobre muchos escritos de este tipo, que buscaban sobre todo el exotismo para atraer a los lectores.

 

[...]

 

- Hace unos días usted se mostraba muy crítico, y en el libro mencionado también lo hacía, sobre la mala praxis que algunos historiadores tienen de vender el oso antes de cazarlo. Me explico: en el libro de los doctores Margarita Torres y Miguel Ortega del Río, Los Reyes del Grial, se dice taxativamente que el cáliz de Doña Urraca custodiado en San Isidoro es sin ninguna duda la copa en la que Cristo bebió en la última cena, todo ello basándose en dos trozos de pergamino que el doctor Gustavo Turienzo Veiga encontró en la Biblioteca de Al-Azhar en el Cairo y que dijo que había que estudiar con más detenimiento. Sin embargo, se sacó a la luz, se entabló una rivalidad innecesaria con su homónimo el cáliz de Valencia y se lanzó a los cuatro vientos sin base alguna científica que lo sustentara, como debería haber sido un Congreso. Usted pone en duda su autenticidad porque ni en la Crónica Silense ni en ningún otro documento de la época se habla de él.

[...]

El cáliz de Valencia tiene tradición documentada desde 1437, y aparece en cuadros, pinturas, textos, sin embargo el nuestro, aparte de esos dos trozos de pergamino, no tiene tradición. Usted apunta en su libro que es muy extraño que el Silense mencione que dos días antes de su muerte Fernando I se postró ante las reliquias de San Isidoro y San Vicente y sus bienes más queridos y en ningún momento hable del cáliz de Urraca. ¿Pero, sin documentación, exceptuando los pergaminos encontrados por Turienzo, cómo se sabe que el cáliz estaba en San Isidoro, cuando nadie lo menciona?

 

- La primera documentación de Valencia es de 1134, pero se ha perdido. La siguiente es de 1399. Se sabe que había en San Isidoro un cuenco que la infanta Dª Urraca mandó embellecer para donar a la basílica con motivo de su consagración y la llegada de los restos del santo desde Sevilla. A partir de entonces se empezó a llamar cáliz de Dª Urraca a dicha pieza. Lo de Grial, Copa de Cristo, etc., ha sido ahora, desde esa investigación carente del más mínimo rigor histórico.

 

[...]

 

- En el tema del cáliz la connivencia con la Iglesia y los comerciantes ha sido flagrante, pero eso ayuda muy poco al rigor científico. Ustedes los profesores, además de publicarlo en libros, ¿no deberían alertar también a la opinión pública con artículos sobre lo que está sucediendo al socaire de tanta fabulación?

 

- Ése es uno de los mayores propósitos de la publicación que tengo en el mercado. Indicar a la opinión pública cuál es la verdad, mal que pese a los negocios que persiguen el lucro a toda costa.

 Y la cultura de un país, de un pueblo, es sagrada. Se lo digo a los alumnos a todas horas. Y recuérdense las palabras de Cervantes sobre los historiadores mentirosos que pongo tanto en el interior como en la contraportada del libro.

[...]

El obispado no se ha alineado con los negociantes, sino que ha estado al margen, demostrando prudencia y buen juicio. Un canónigo de la Catedral, amigo mío, me decía: “¿Por qué no escribes un artículo poniendo las cosas en su sitio?” Algo más que un artículo es este modesto libro que aporta, con 150 notas a pie de página, la verdad sobre este asunto.

 

- ¿Cómo cree usted que habría tenido que divulgarse con rigor la noticia de que la copa de Doña Urraca era "supuestamente" la copa de Cristo?

 

- Únicamente se tenía que haber dicho la verdad: Que según unos pergaminos árabes, al rey Fernando I le habían regalado tal objeto, pero que no había que darles más valor que el que tienen unos textos sin datación científica y que, por el contrario, las crónicas de la época no mencionan nada de ello. Por tanto, podíamos estar ante una fábula o un hecho legendario, propio de aquellos tiempos.

 

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LEÓNOTICIAS.COM

2 de Octubre de 2014

Miguel Ángel Nepomuceno

Un Grial entre fariseos, mercaderes y fabuladores

 

[...]

Ese afán por detentar, poseer y proclamar sin base científica alguna, a los cuatro vientos, que el santo cáliz estaba en León desde hacía 1000 años y que el de Valencia era otro cáliz, tal vez el de San Pedro, ha tenido su rápida refutación nada menos que por la voz del Santo Padre que acaba de un plumazo y de una vez por todas con lo que son las verdades sin contrastar, sin base científica alguna, sin un congreso de especialistas que lo avalara y sin más pruebas que dos trozos de pergamino hallado por el doctor Gustavo Turienzo Veiga en la Universidad de Al Azhar, de los cuales hizo una traducción apresurada y advirtió a los que se lanzaron a difundir el hallazgo que había que tener sumo cuidado con los textos y su datación ya que la versión española y los hechos requerían un estudio pormenorizado.

Monseñor Osoro en la homilía de la misa del pasado domingo señaló textualmente que "ha sido aprobada la misa votiva del Santo Cáliz, y la Santa Sede otorga cada cinco años uno jubilar con indulgencia plenaria de los pecados. Aunque no tengo aquí la carta del cardenal Piacenza, puedo decir que con esta celebración del misterio de la eucaristía representado por este vaso que tocó el Señor podemos celebrar cada cinco años el año eucarístico del Santo Cáliz".

¿Hace faltan más palabras para el que quiera entender? Naturalmente que ni la Iglesia ni menos el Vaticano se decantan jamás por la autenticidad de las reliquias, pero si se concede a una catedral un año jubilar, se le otorga indulgencia plenaria y se dice textualmente que es "el año Jubilar del Santo Cáliz", ¿se necesitan más avales para refrendar las preferencias de la Santa Sede y por tanto del pontífice para decantarse por el cáliz de Valencia?

La tradición de siete siglos así lo testifica, cosa que no sucede, como ya señalamos, con el de León, basado únicamente en dos trozos de pergamino sin demasiada consistencia. El resto, como que estaba en la iglesia del Santo Sepulcro y la literatura que lo adorna, no es cierto, según Turienzo, ya que, como señala el destacado arabista, el cáliz estaba en una iglesia extramuros, no en la del Santo Sepulcro.

Sin embargo, tanto los medios de difusión como los propios autores, con la complicidad basada en el silencio de cierto sector de la Iglesia, comenzaron una ronda apresurada de conferencias, de ediciones del libro, hasta 5, parece ser, incluido el proyecto de una novela y la canalización de la noticia en programas esotéricos televisivos, que puso en alerta a medio mundo ante un hallazgo que poco o nada tenía que ver con el rigor científico y sí y mucho con la mercadería.

[...]

Mientras el cáliz de doña Urraca se sustenta en dos trozos de pergamino sin procedencia ni destino, el de Valencia tiene detrás una tradición de 7 siglos refrendada por documentos, pinturas, estudios, congresos, y la bendición de tres Papas, lo cual deja al de León en un lugar poco menos que irrisorio.

Según el descubridor de estos pergaminos, el doctor Turienzo, "nada certifica que sea el cáliz de la última cena, incluso pudo venir de otro lugar y por otros medios que ahora estudio, pero jamás se debió lanzar la noticia sin contrastar con expertos en un congreso, como ya dije en su momento".

[...]

Los divulgadores de noticias sin contrastar con la realidad deben plegar velas, entonar el "mea culpa" y tragarse sus conjeturas.

 

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LEÓNOTICIAS.COM

1 de Octubre de 2014

Miguel Ángel Nepomuceno

La picaresca de las vanidades

 

Gustavo Turienzo, descubridor de los documentos egipcios sobre el cáliz de Doña Urraca y doctor en filología árabe, valora la situación creada ante la noticia publicada sobre la propuesta de que el cáliz de Valencia tenga un año jubilar cada cinco y la concesión de indulgencia plenaria dada por su Santidad a través del cardenal Piacenza en carta enviada a monseñor Carlos Osoro, obispo de Valencia hasta ayer.

[...]

Gustavo Turienzo Veiga, descubridor de los dos pergaminos egipcios sobre el cáliz de Doña Urraca, habla en exclusiva para Leonoticias de este hecho:

- Como habrá visto en los medios, acaba de saltar la noticia de que la Santa Sede da como verdadero el cáliz de Valencia en lugar del de Doña Urraca de San Isidoro. ¿qué puede añadir a eso?

- Espero que esa decisión -dicho sea de paso, personalmente la considero atinada y muy oportuna- contribuya a cerrar de una vez por todas el Patio de Monipodio que se ha organizado a costa de este hallazgo.

- En una entrevista que Leonoticias le hizo el pasado 26 de abril a raíz de la publicación del libro de los doctores Margarita Torres y José Miguel Ortega sobre el cáliz de doña Urraca, usted ya apuntó que había que andar con mucha cautela en las afirmaciones que se hacían sobre la autenticidad del cáliz; sin embargo, las prisas, y el afán de dar la noticia, precipitó la forma de llevar a cabo la comunicación de un hallazgo como el suyo, que requería, como usted apuntó en su día, un congreso y un estudio científico con especialistas del tema. ¿Cree que fue un error ese modo de proceder cuando todo estaba estudiándose? ¿Se vendió la piel del oso antes de cazarlo?

- Por supuesto. Digámoslo así, fue un error. Desde un principio faltó ponderación en este asunto.

- Sobre el cáliz de Valencia, ¿existe algún documento o razón que le otorgue más validez que al de León?

- No voy a valorar esa cuestión, fundamentalmente por dos razones: la primera, porque no soy especialista en esos temas, la segunda, porque no voy a alimentar una querella pueril, estéril y perniciosa entre católicos y entre españoles.

- Después de este desmentido al cáliz leonés, ¿que ocurrirá ahora con tanta mercadería que se estableció a su alrededor?

- Deseo sinceramente que las aguas vuelvan a su cauce y se clausure esta "feria de las vanidades".

- ¿Piensa que en todo este asunto hubo una falta de rigor científico, cuando debería primar éste sobre el comercial?

- Sí, claro que ha habido un déficit palmario de rigor científico. Y por supuesto que han primado intereses extra-científicos, por la causa que sea. Eso resulta obvio para cualquiera que hojee los periódicos de estos meses.

- ¿Ha habido datación carbónica de estos pergaminos en algún momento?

- En absoluto. Como ya apunté en su día a los autores del libro "Los reyes del Grial", una fecha aproximada podría ser principios del siglo XIV, pero era necesaria una datación científica. Y ésa no se ha hecho.

- El asunto del cáliz ¿ha tenido una repercusión impactante en los medios extranjeros? ¿han creído la noticia tal y como la dio la prensa local?

- Por lo que yo sé, en los medios académicos el impacto ha sido muy limitado, cuando no se ha contemplado con enorme escepticismo y se ha mantenido un prudente silencio. En cuanto a los diarios y el resto de los medios de comunicación extranjeros, la repercusión real puede ser valorada por cualquiera que se tome el esfuerzo de consultarlos...

- ¿Ha tenido peticiones para hablar en foros extranjeros de renombre de un hallazgo que ha sido suyo pero del que le han mantenido casi a la sombra?

- He recibido varias ofertas académicas del extranjero en ese sentido, pero hasta que no termine la primera etapa de esta investigación no expondré mis conclusiones sobre el asunto.

Hasta que se inició esta feria hace varios meses, pensaba que la picaresca generada por las reliquias era propia de la Edad Media... Sólo nos faltaba esto, en nuestra sufrida España. "Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?"

 

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LEÓNOTICIAS.COM

26 de Marzo de 2014

Miguel Ángel Nepomuceno

El Grial de San Isidoro, entre la leyenda y la documentación

 

La famosa frase de Herodoto de: “Estoy obligado a documentarme pero no a creer todo lo que me dicen”...

...puede servirnos para hacer una breve reflexión sobre un asunto tan candente y de cierta repercusión mediática como fue la noticia aparecida recientemente en varios medios escritos de la capital de que nada menos que el Santo Grial estaba en León y en concreto en la Basílica de San Isidoro desde el siglo XI, según un fortuito hallazgo, de la doctora Margarita Torres Sevilla, profesora de Historia Medieval de la Universidad de León, y del doctor en Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, José Miguel Ortega del Río, de unos pergaminos custodiados en la Universidad Al-Azhar de El Cairo.

[...]

“Los Reyes del Grial”, título del estudio que ha visto la luz gracias al patrocinio de MonteLeón, tuvo su acto de presentación en la mañana de este miércoles en el edificio de Botines con la asistencia de los autores, medios de comunicación y del secretario de la fundación patrocinadora, José Manuel Fernández Corral.

Lo primero que llama la atención en toda esta trama es el propio título del libro, que no hace alusión a la importancia del hallazgo, y se limita a hablar de “reyes”, lo que con el transcurso del tiempo podría dar lugar a confusión o a ser tomado por un libro de historia más relacionado con la colegiata de San Isidoro y los reyes allí enterrados, o lo que queda de ellos, que con el hecho en sí. Pienso, con el debido respeto, que un título más directo y explícito pondría al posible lector sobre la pista de un hallazgo cuya transcendencia es “manifiesta” según palabras de sus autores. ¿O es que acaso no se atrevieron a dar en el frontis de la obra la verdadera noticia de que el Santo Grial estaba en León, por temor a ser demasiado categóricos?

Que la verdad no te prive de un buen titular.

Lo cierto es que esa tarea, hábilmente, se la dejaron a los medios, que, ávidos de noticias, se apresuraron a lanzarla como axioma de fe a los cuatro vientos, mientras las agencias trascribían sin contrastarlo elucubraciones sensacionalistas, copiándose los unos a los otros.

[...]

Sin quitar ni un ápice de importancia al hallazgo, la metodología y la historia dejan muchos cabos sueltos que necesitan de estudios más detallados y pruebas más concluyentes para afirmar con la rotundidad que se ha venido haciendo tanto por la prensa como por los propios autores que el cáliz de Doña Urraca es el Santo Grial.

Otro hecho significativo sobre la duda de la existencia en León de la reliquia es que en veinte siglos nadie habló, escribió o insinuó que el cáliz isidoriano pudiera ser el Grial, ni Gómez Moreno en su estudio sobre San Isidoro, ni otros medievalistas más actuales, aunque los propios autores citan al emérito abad de la basílica Antonio Viñayo, fallecido este pasado año, cuando dice en su libro “La Historia de la Basílica de San Isidoro”, 1979: “¿Acaso, como el Santo Grial, con el que mantiene afinidades de antigüedad y factura en la materialidad pétrea de la copa, era una reliquia venerable que era forzoso conservar y enriquecer? Un hallazgo inesperado o una circunstancia favorable pudieran entregarnos la clave de esta enigmática joya. En todo caso bien merece que alguien la cante con la solemne entonación de Parsifal”.

“Qué más quisiéramos...”

En entrevista mantenida por quien esto escribe hace unos diez años con D. Antonio, éste fue categórico cuando nos dijo: “Qué más quisiéramos nosotros que el cáliz de Doña Urraca fuera el Santo Grial, de un plumazo el Camino de Santiago se hubiera llamado Camino de León”.

Como fuente de ingresos y reclamo para turistas no deja de ser muy atractiva tanto ésta como cualquier otra reliquia, pero durante siglos el silencio fue la tónica general, incluso cuando llegaron a expoliar San Isidoro de todo lo que podía interesar, como fue el caso del Beato de Fernando I y Sancha, precisamente los “reyes del Grial”, nadie movió un dedo y se lo llevaron a la Biblioteca Nacional de Madrid, donde permanece destrozado por la humedad tras prestarlo a una exposición en Roma. La explicación de los autores a este silencio es que “el temor al robo o al traslado les hacía mantener el mutismo”.

[...]

La única realidad que hasta el momento se puede contrastar son los documentos que el arabista Gustavo Turienzo Veiga, corresponsal en El Cairo de los dos investigadores y autores del libro “Los reyes del Grial”, ha traducido, los pergaminos encontrados en la biblioteca Al-Azhar que dejan constancia del hecho de que el cáliz, si es que alguna vez hubo tal reliquia y no una patena como apuntan algunos historiadores, fue el regalo del visir Sadaqa ibn Yusuf al rey Fernando I como agradecimiento por ayudarle a superar la tremenda hambruna.

 

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