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GUERRA CIVIL, FINAL

Aunque el final oficial de la guerra fue el 1 de abril de 1939, días antes ya podía darse por terminada.

El 30 de marzo, Elías Olmos se desplazó a Carlet. El Cáliz fue sacado del escondrijo y el Archivero abrió la caja para comprobar que se conservaba intacto.

Estuvieron presentes Sabina Suey, su hermana María, su madre María Vanaclocha Alcover, los moradores de la casa, la Junta Recuperadora del Tesoro Artístico Nacional (integrada por D. Constantino Ballester, D. José María Ibarra, D. José María Muguruza y D. Luis Monreal), algunas autoridades y varios vecinos de Carlet.

Don Elías entregó el Cáliz a la Junta de Recuperación Artística, que se hizo cargo del mismo.

Ya en Valencia, el Cáliz fue encomendado al artista D. Jesús Sugrañes Carceller, para que lo limpiase.

Ese año los Oficios de Semana Santa se celebraron en la Lonja, debido a las malas condiciones en que se encontraba la Catedral.

El 9 de abril de 1939, Jueves Santo, en la Lonja, en presencia de las autoridades de Valencia y de numerosos fieles, el Santo Cáliz fue devuelto oficialmente al Cabildo Metropolitano.

Durante unos días el Cáliz quedó expuesto en la Lonja.

Después fue llevado al oratorio del Arzobispo D. Prudencio Melo y Alcalde, que se hallaba alojado en el domicilio de D. Bernardo Gómez Igual, en la calle de Jorge Juan, 19, principal, debido a que el palacio arzobispal había sido destruido.

Hechas las primeras obras de restauración, el 9 de julio, primer domingo del mes, el Arzobispo, acompañado por el Provisor del Arzobispado, D. Federico Ferreres Folch, reintegró el Cáliz a la Catedral, donde fue colocado en el altar mayor.

Tuvieron lugar unos actos de celebración, y por la tarde el Cáliz fue llevado al relicario de la Catedral, donde, de forma excepcional, quedó expuesto mientras se realizaba la reparación de su Capilla, lo que llevaría algunos años.

El 23 de mayo de 1943, tras una ceremonia religiosa, con asistencia de todas las autoridades, el Cáliz fue trasladado en procesión a la plaza de la Virgen y colocado en un altar sobre tablado dispuesto al efecto.

Allí, ante una plaza completamente llena, el Alcalde, Barón de Cárcer, consagró Valencia al Santo Cáliz.

Terminados los actos, el Cáliz fue llevado a su Capilla, ya restaurada.

En Carlet, la calle Padilla pasó a llamarse del Santo Cáliz, nombre que aún conserva, y en el inmueble de los Suey se colocó una placa conmemorativa.

 

***

 

En los terribles años de la Guerra Civil, un grupo de personas arriesgó su vida por mantener a salvo el Santo Cáliz.

Todas ellas podían haber hecho un buen negocio con él, en aquellos tiempos convulsos y tumultuosos, pero todas prefirieron afrontar el peligro y las dificultades.

¿No indica eso ya por sí mismo que estamos ante algo más que una mera pieza de orfebrería más o menos valiosa? ¿La puesta a salvo de qué otro objeto motivaría que gente que no iba a recibir nada a cambio se jugara la vida sin vacilar?

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